“El niño de arena” es, a simple vista una tierna historia de amor entre un hombrecito de arena que cobra vida (gracias a la fantasía de un hombre) y una encantadora sirenita, otro personaje de fantasía, producto de la ilusión de aquel hombrecito.
Como en el ir y venir de las olas suceden las situaciones, pequeños gestos y detalles sutiles que nos sumergen en esta pequeña gran historia cargada de sentimientos y emociones plenas.
Pero esta conmovedora parejita no podrá escapar de la adversidad, y la deberá enfrentar desde lo más profundo de su ser.
“El niño de arena” nos muestra así, en una metáfora, el mundo real que resulta a veces tan bello y a veces tan cruel, capáz de confrontar y arrebatarnos hasta el tesoro más fragil y puro … las ilusiones.
Solo una fuerza poderosa, tan intangible como real podrá defender a los pequeños protagonistas de la más brava y arrolladora de las mareas:el amor con que alimentan las ilusiones … y los sueños.
Omar Alvarez
Es la ilusión de un hombre que está sólo en una playa desierta y arma un castillo de arena; lo decora con guijarros y caracoles, lo embellece con cúpulas de papel, pero aún así se siente que le falta algo.
El hombre crea un niño de arena, le da forma con sus manos y le concede existencia a través de un soplo vivificador, un aliento de vida.
El hombre y su criatura se examinan en detalle, se ven distintos, aunque se descubren solitarios, dos almas perdidas en una playa desierta.
El hombre y su criatura se hacen amigos. El niño de arena toma posesión del castillo y lo convierte en su hogar, incluso lo defiende del ataque de una langosta usurpadora.
Por la tarde se duerme y entre sueños conoce a una hermosa sirenita que lo seduce desde las profundidades del mar. El niño de arena y la sirenita quedan cautivados el uno del otro, aunque el deseo de estar juntos se ve frustrado por el peligro que representa el simple contacto del niño de arena con el agua (parece una historia de amor imposible, pero no debemos olvidarnos que se trata de una ilusión). De ahí en más, el niño de arena buscará la forma de encontrarse con ella, sorteando un feroz temporal que se desata sobre la playa y el peligro creciente de las mareas.
Y todo esto sin pronunciar una sola palabra.
Se trata de una pantomima titiritera cuyo objetivo radica
en estimular al público para que arme su propia versión
de la historia, guiado nada más que por la pericia del titiritero,
la música, y el candor de las imágenes.
Rafael Curci